River humilló a Racing con un 6 a 1 para la historia
Entendimiento colectivo. Brillantez individual. Desequilibrio constante. Paciencia. Inteligencia. Destreza. Lucidez. Temple en la adversidad. Mentalidad ganadora. Retroalimentación positiva constante. Las características de este River de época se reciclan con el tiempo. La historia grande ya está escrita, pero Marcelo Gallardo y sus dirigidos renuevan constantemente los desafíos en busca de más gloria. Por eso, ayer construyeron la goleada más abultada en el historial frente a Racing: un 6-1 elocuente, por la 3° fecha de la Superliga.
Como si fuera un reloj suizo preparado para funcionar a la perfección, River dominó los 90 minutos del juego a su gusto y logró lo que vino a buscar. Ni siquiera la desconcentración entre Montiel y Armani que derivó en el 0-1, a los tres minutos, lo corrió de su libreto. Y esa es una virtud fundamental porque, ante un golpe inoportuno e inesperado, la apuesta es buscar calma para trabajar de la misma manera. Así construyó la segunda victoria de un semestre que tuvo cuatro empates en fila, pero que ya despegó: el fútbol de alto vuelo le permitió alcanzar nueve goles en los últimos dos partidos.
En un partido tan extraño como entretenido, el Millonario tardó media hora hasta encontrar fineza en la puntada final para poder romper las líneas de un inexpresivo Racing que, desde la apertura del marcador de Solari, buscó ser un equipo compacto, resignó la posesión de la pelota y se aferró a la posibilidad de contragolpear para conseguir una ventaja mayor. Y la decisión parecía ser correcta, porque no tuvo inconvenientes de gravedad durante la primera media hora, pero terminó siendo un riesgo demasiado alto.
Cuando River consiguió precisión en el último pase, el aluvión fue letal: en solo tres minutos, Santos Borré convirtió un doblete en dos jugadas que surgieron de la zurda del exquisito Palacios y luego Matías Suárez marcó su gol tras una buena asistencia de De La Cruz. Tres golpes de knock-out con los que ganó el partido entre los 33 y los 38.
Pero sin dudas el gran mérito es de un River avasallante al que otorgarle un espacio es darle un banquete de lujo para su deleite. Si el rival se lo permite, y encuentra esa lucidez en tres cuartos de cancha, puede ocurrir siempre lo que sucedió anoche. No hay otro equipo que tenga tan aceitado un funcionamiento colectivo desde hace años en el fútbol argentino. Y, además, cuenta con individualidades de pura jerarquía que hacen mucha diferencia: Armani, Casco, Enzo Pérez, Palacios, Nacho Fernández, Suárez y Borré. Al menos uno por línea.
Gallardo le volvió a ganar a Coudet y estiró su paternidad entre ambos a seis victorias, dos empates y una única derrota. Desde que está en la Academia, el Chacho nunca pudo con el Muñeco: cuatro derrotas, un empate, 13 goles en contra y uno a favor. La paliza de anoche no estaba en los papeles, pero River puso la historia y el presente sobre la mesa. Con el 6-1, reconfirmó la histórica supremacía sobre Racing y volvió a dejar sentado que tiene el camino allanado para pelear por el honor de ser el mejor equipo de la historia de la institución.